dimarts, 20 d’abril del 2010

Contaminación y explotación laboral en el Sur: las espinas de las rosas de 'Sant Jordi'

Quizá nunca os habiáis parado a pensar dónde y cómo se producen los millones de rosas que se venden en el Día del Libro, más conocido por Sant Jordi, en Cataluña. Quizá, la rosa que regalas esconde una historia de contaminación, desigualdades y explotación en Colombia, Ecuador o Kenya. Os contaré lo qué pasa y qué podriamos hacer.

Como es tradición, el Día de Sant Jordi es el día en que los hombres regalan rosas a las mujeres, y ellas, un libro. Quizá no lo notas, pero muchas de estas rosas regaladas por Sant Jordi huelen a explotación laboral, sequía, intoxicación y desigualdades en el Sur. Esta es la denuncia que realizan diversas ONG al llegar la fiesta, que protestan por los efectos que tiene en el Sur el cultivo de las rosas que se consumen este dia. Más de la son importadas desde Colombia y Ecuador.

El año pasado, el agrupamiento ‘ Minyons i Escoltes de Catalunya ‘ alertaba de las agresiones a Colombia y Ecuador que el cultivo de flores podía provocar en materia laboral, social, medioambiental y sanitaria:

>> La situación laboral de los floricultores es muy precaria. El 80% de las trabajadoras son mujeres, que a menudo son despedidas al quedar embarazadas, con una jornada laboral de 10 o 12 horas (sin contar las horas extras), con contratos de muy corta duración, con un sueldo que no llega ni a la mitad de la cesta básica y sin posibilidad de sindicarse. Las trabajadoras colombianas reciben sólo un 2,5% del precio de la rosa que aquí pagamos. En Kenya, en la floricultura se pagan salarios inferiores a 1 dólar por día en jornadas de 8 a 12 horas.

>> El cultivo de rosas contribuye a la expansión de los llamados monocultivos exportadores, los cuales perpetúan la estructura de un centro mundial económico y una periferia. Así, los países pobres se dedican a atender las demandas de consumo de los más desarrollados, desatendiendo las necesidades básicas de su propio país y alargando su falta de soberanía.

en mi opinión creo que no podemos dejar que una fiesta como la de Sant Jordi contribuya a perpetuar la precariedad laboral, el medio ambiente o la salud de los trabajadores de países como Colombia. Tenemos que ser responsables, comprobar que las rosas estén cultivadas cerca de nosotros o buscar las que sean locales o las que tengan el sello de comercio justo.. Incluso podeis regalar una rosa hecha por vosotros mismos de papel, que además de ser ecológica y económica, y de no perjudicar a nadie, tiene mucho más valor porque sabes que te la han hecho sólo para ti.

Enviada por Marta Solà